• Español
  • Euskara

Arantxa Vela

«¿Mi deseo para las artes escénicas? Que la urgencia que ha provocado la pandemia por resolver problemas sociales no separe al teatro de las grandes preguntas; porque nos estamos enfrentando a la pérdida, a la muerte y al vértigo de un cambio de vida. Espero que la escena no pierda altura y nos acompañe ante el misterio que supone la vida, la muerte y lo inexplicable.»

¿Un deseo para el futuro? ¿Cómo poder desear si no sabemos lo que va a pasar? ¿Qué desear para el futuro si aún seguimos en este presente que nos ha pillado a todos por sorpresa? Si nos atreviéramos a vaticinar un deseo, significaría que creemos saber lo que va a pasar, y no lo sabemos. Partiríamos inevitablemente de lo que ya conocimos y no tenemos la seguridad de que las cosas acaben siendo más o menos iguales.  Si pensamos que ya sabemos lo que habría que hacer para seguir adelante, nuestras decisiones serían más fruto de nuestro miedo al cambio que de nuestra reflexión. Este presente extraño nos ha recordado a todos que el futuro es una incógnita, es incertidumbre, y que vivir es emocionante y terrorífico. Tenemos que dejar que nos pase lo que nos está pasando y no tener prisa a la hora de decidir qué camino tomar.

La cultura es ya lo único que nos queda para dar forma a ese terror y a esa emoción. La religión no nos sirve porque inventa certezas donde solo hay preguntas. Todo lo ignoto, lo inefable, todo lo misterioso solo se puede verter en alguna forma de arte.

Para muchos de nosotros, esta es la primera vez que, como comunidad y como individuos, nos estamos enfrentado a la pérdida, a la muerte, a la posibilidad de cambios radicales en nuestra forma de vivir y esto nos asusta. Nos asusta tanto que buscamos certezas. Certeza de que todo es mentira, certeza de que todo es verdad. Ésta es probablemente la primera vez que hemos salido a la calle, que salimos a la calle, con temor de acabar perdiendo la vida. La realidad nos está enfrentando con el enigma de existir.

El mundo moderno parece negar el envejecimiento, condena la tristeza, intenta anestesiar enseguida cualquier sufrimiento que sintamos; nos bombardea con imágenes, con opiniones… Pone orden en todo. Domestica la realidad. Pero fingir que la vida no tiene fin no va a apartar la muerte de nuestro camino. Incluso, mientras escribo esta frase, me siento incómoda, como si estuviera diciendo algo que está fuera de lugar. ¿Pero no es eso precisamente lo que nos está pasando? Estamos empezado a deprimirnos como grupo porque hemos olvidado cómo aceptar la pérdida, la enfermedad, nuestra vulnerabilidad…

¿Un deseo para el futuro de las artes escénicas? Que no renuncien a su misión de acompañarnos ante el enigma, que resistan la tentación de dar soluciones e infectarse de propaganda ideológica, que sigan dando forma a las grandes preguntas, que no tienen que ver con ser de izquierdas o de derechas sino con quiénes somos y qué narices hacemos aquí.

Etorkizunerako Mezuak:
«El espectador sigue buscando reunirse»
«Intentemos contactar con el otro» «Un artista no puede dejarse aplastar por etiquetas»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *